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Amatitlán: las municipalidades y su rescate

Hace un par de semanas, la ANAM solicitó y obtuvo de la Corte de Constitucionalidad una suspensión temporal de la vigencia del acuerdo 236-2006, el cual establece la calidad mínima de los efluentes, incluyendo los que van a parar al lago. Aunque el MARN está apelando esta resolución, de todas maneras las municipalidades tienen la obligación de tratar en forma adecuada sus aguas servidas, como lo ordenan el Código Municipal y el Código de Salud. Sin embargo, los reglamentos y códigos son de poca utilidad si no existe la voluntad y sobre todo la factibilidad de aplicarlos.


La ciudad de Guatemala se ha expandido hacia el suroccidente. Los municipios de Villa Nueva, San Miguel Petapa y Villa Canales se han convertido en dormitorios donde la gente vive, pero va a trabajar a la metrópoli. Este crecimiento demográfico ha significado una carga para los servicios municipales, tales como extracción de basura y agua potable, así como el inadecuado tratamiento de aguas residuales que resulta en un grave deterioro de la calidad del agua del lago.


El cuadro 1 muestra el Número Más Probable (NMP) de coliformes fecales en una muestra de 100 ml de agua de Amatitlán. La presencia de estos bacilos indica contaminación por desagües domésticos. Esta contaminación es mayor en el lado Oeste, el cual recibe las descargas provenientes del Río Villalobos y sus afluentes (cuadro 1).

 

Cuadro 1: presencia de coliformes en Amatitlán, 2020


El máximo valor alcanzado es de 17,000 coliformes por 100 ml en noviembre 2020, del lado Oeste; el lado Este tiene niveles más bajos de coliformes. Además de esta contaminación bacteriana, el lago presenta altos índices de presencia de metales pesados, contaminación que proviene, en parte, de medianas y grandes industrias (cuadro 2).

 

Cuadro 2: metales pesados presentes en Amatitlán, 2020


El agua del lago se pone de un color verde fosforescente, a causa de la presencia de cianobacterias. El cuadro 3 presenta el número de estas células por ml de agua del lago (cuadro 4).

 

Cuadro 3: presencia de cianobacteria en Amatitlán, 2020

 

El lado Este tiene mayor cantidad de cianobacterias al recibir los afluentes de varias fincas de caña y café localizadas en la planicie de Villa Canales y en la ladera de Santa Elena Barillas. Las escorrentías arrastran los excedentes, abonando la producción de algas verdes. Las cianobacterias pueden producir cianotoxinas: «La Organización Mundial de la Salud ha considerado las cianotoxinas como un problema de salud pública» (van Tuylen 2020). Son venenosas sobre todo para los mamíferos (cuadro 5).

 

Cuadro 4: Presencia de microsistinas en las aguas de Amatitlán, 2020

 

Toda esta problemática se resume diciendo que el lago está en un estado avanzado de eutrofización, o sea que se está muriendo. «La eutrofización es un proceso natural y/o antropogénico que consiste en el enriquecimiento de las aguas con nutrientes a un ritmo que no puede ser compensado naturalmente, de tal manera que la descomposición del exceso de materia orgánica produce una disminución del oxígeno en aguas profundas, que alteran temporalmente las condiciones de equilibrio causando cambios físicos, químicos y biológicos en la calidad del agua. El estado trófico es la clasificación que se le otorga a los lagos o lagunas con base a la concentración de nutrientes y en función de la comunidad fitoplanctónica presente en el mismo…» (van Tuylen 2020) (cuadro 6).


Cuadro 5: Estado de eutroficación de Amatitlán, 2020


Sin embargo, no todo es tragedia. A pesar de esta problemática, el lago sigue siendo una valiosa fuente de diversión y deporte. Hace un par de semanas salí con mi amigo y vecino Tono a dar una vuelta en su Beneteau 23’ y después de velear nos acomodamos en su terraza a tomar una copa y disfrutar de un hermoso atardecer lacustre.

 

Amatitlán es mucho más que una fuente de diversión y deporte. En la actualidad es un desagüe, pero sigue siendo la fuente de agua fresca más cercana a la ciudad de Guatemala. Hay 10 kilómetros en línea recta desde el lado Oeste hasta la planta Petapa de la EMPAGUA. Un experto en cuencas opina que el agua de Xayá-Pixcayá se encuentra más contaminada que la de Amatitlán (Basterrechea, comunicación personal 2018).


El lago puede y debe rescatarse. Voy a centrarme en lo que se puede hacer, sobre todo por parte de las municipalidades. Se puede, por ejemplo, seguir desarrollando el humedal en la desembocadura del río Villalobos, que ya cuenta con una laguna de sedimentación de cinco hectáreas (laguna 1).  Es posible agregar cinco lagunas más para un total de 30 hectáreas, a ambas márgenes de la desembocadura del río y tratar un promedio de unos 1.3 metros cúbicos por segundo. De los 3.7 m³/s que en promedio recibe Amatitlán, casi la mitad proviene del río Villalobos, 1.7 m³/s o el 46%. Las municipalidades de la cuenca pueden apoyar este proyecto en forma directa o a través de la Mancomunidad Gran Ciudad del Sur, como una forma de empezar a cumplir con su obligación de darles el tratamiento adecuado a sus efluentes (figura1).

 

Figura 1: Diagrama del humedal propuesto en la desembocadura del río Villalobos

 

Las siete lagunas de este humedal, cuatro de un lado y tres del otro, ayudarán a la sedimentación, tratamiento primario, pulimento y clarificación de las aguas que trae el río Villalobos. Según expertos de la AMSA, la calidad resultante sería equivalente a la que se obtiene en la actual planta de tratamiento biológico La Cerra (Blas 2024). La planta de La Cerra está dando parámetros de presencia de coliformes de 1,400 NMP por ml, cifra más de 10 veces menor a la del agua del lago sin tratamiento y que está dentro de lo permitido por el acuerdo 236-2006 (Blas 2024).


Esto posibilitaría la negociación de un contrato de compraventa con la EMPAGUA y la municipalidad de Guatemala, que podría alcanzar un volumen de hasta 1.0 m³/s. Tomando como referencia los costos actuales, EMPAGUA podría pagar un mínimo de Q2.33 por m³ de agua a potabilizar, lo cual generaría ingresos anuales de unos Q73.8 millones. La EMPAGUA puede participar de manera protagónica en el desarrollo de este humedal, gestionando un financiamiento que cubra los costos de inversión y descontando las amortizaciones a través de sus futuras compras de agua.


La EMPAGUA, como entidad municipal autónoma, tiene mayor libertad de acción para gestionar y contraer empréstitos. Esto puede simplificar los trámites de un financiamiento, sobre todo si a criterio del ministerio de Finanzas y del BCIE su calidad como sujeto de crédito hace innecesario que el crédito sea aprobado por el Congreso de la República y obtener una garantía soberana. El BCIE maneja los fondos de PROMUNI a través de la Dirección de Inversión Pública y la banca privada, los cuales podrían estar disponibles al 7.45% a plazos de 15 años.


Otra opción, que no es excluyente, sería potabilizar parte del agua de algunos ríos de la cuenca y vendérsela a las municipalidades vecinas. En el cuadro siguiente puede verse el consumo de agua potable de las municipalidades localizadas en las cercanías de los ríos Villalobos, Platanitos y El Frutal. El servicio de agua domiciliar actual es parcial y deficiente y los pobladores se ven obligados a comprar agua en diferentes tipos de recipientes, desde bolsas plásticas hasta pipas montadas en camiones. Esto les ocasiona un gasto mensual significativo, el cual podría precisarse mejor por medio de una encuesta; las municipalidades podrían ofrecer el servicio de agua potable, ya sea entubada o en pipas, a un mejor precio al usuario, por tratarse de un servicio público sin fines de lucro (cuadro 6).


Cuadro 6: Consumo doméstico de agua en cuatro municipios de la cuenca

 

            Para expresar este consumo en quetzales, se puede utilizar un valor de Q25/m³. El costo de un tonel de 54 galones puesto en la vivienda de un consumidor es de Q10 y equivale a 0.177 m³, por lo que el metro cúbico sale a Q56.50. Se puede suponer que un servicio municipal no lucrativo y con mayor eficiencia en los mecanismos de entrega podría cobrar unos Q25 por m³, menos de la mitad de lo que pagan estos usuarios, cifras que se puede ajustar mediante la encuesta mencionada arriba. Si se cobrara este precio por un servicio de agua potable se podría valuar el consumo anual según las cifras que se presenta en el siguiente cuadro, suponiendo que se sirviera al 100% de los habitantes de cada municipio (cuadro 7).


Cuadro 7: Gasto estimado por agua potable en cuatro municipios de la cuenca

 

            Asumiendo que un 50% de los ingresos por la venta de agua tendría que usarse para cubrir gastos operativos, quedaría el 50% para amortizar inversiones en plantas de tratamiento. Esto representaría más de quinientos millones de quetzales anuales para una municipalidad como Villa Nueva, un poco menos de doscientos millones para Villa Canales y unos Q170 millones para San Miguel Petapa y Amatitlán, ingresos potenciales que podría utilizarse para amortizar inversiones en plantas de tratamiento de agua a 15 años plazo al 7.45%, en los montos que se presenta en el cuadro 8.

  

Cuadro 8: Estimación de fondos disponibles para la inversión en plantas de tratamiento de efluentes por parte de cuatro municipalidades de la cuenca

 

            Una municipalidad como Villa Nueva podría invertir hasta Q4.7 miles de millones en plantas de tratamiento integral de agua y amortizar esta inversión en 15 años al 7.45%. Villa Canales podría invertir hasta Q1.67 miles de millones o USD 217 millones y San Miguel Petapa y Amatitlán unos Q1,500 millones cada una. Con base en los costos estándar para PTAR, la inversión para el tratamiento de los 42.5 millones de metros cúbicos que requiere Villa Nueva puede ser del orden de los Q653.6 millones, Q230.7 millones para Villa Canales y Q200 millones para San Miguel Petapa y Amatitlán, cifras que están muy por debajo de lo que las respectivas municipalidades podrían amortizar con sus posibles ingresos disponibles.


            Existen varias empresas de suministro de plantas de tratamiento integral de agua, en Guatemala, en España, en los Países Bajos y otros países. Casi todas incluyen financiamiento propio y siempre está la posibilidad de gestionar los fondos del PROMUNI. Hay una alta demanda de agua potable, existe la oferta para cubrirla y sólo es cosa de facilitar que la demanda y la oferta coincidan en el punto óptimo.


            Algo análogo es aplicable a todos los demás municipios de la cuenca. Es factible, en los sentidos técnico y financiero, limpiar el agua que llega al lago Amatitlán a través del tratamiento de sus afluentes y la provisión de agua potabilizada a sus municipalidades aledañas. Se mantiene también la opción de trabajar con la EMPAGUA, hacer una planta grande y simplificar la logística, sobre todo si en paralelo se desarrolla el humedal propuesto.


            Muchas comunas prestan algún nivel de servicio de agua potable. En algunos casos, el objetivo será mejorarlos y ampliar su cobertura; en otros habrá que empezar desde cero. La meta es crear entidades municipales autónomas, con identidad y proyección al consumidor adecuadas y decisiva participación ciudadana, que puedan suministrar agua potable y prestar el servicio de tratamiento de aguas residuales, cobrando por ello lo suficiente como para amortizar la inversión en las plantas de tratamiento, ya que resulta improcedente cobrar por el tratamiento del agua a personas que carecen del servicio.





            La recuperación de Amatitlán es posible en un plazo de 10 – 15 años y las municipalidades pueden jugar un papel protagónico, en un gana-gana que beneficiaría a los consumidores de agua de la cuenca dotándolos de un suministro adecuado de agua potable, a las municipalidades mismas con la creación de fuentes de trabajo e ingresos, al lago con la mayor limpieza de sus afluentes y a los habitantes de la zona central del país, que podrán contar con un reservorio de agua fresca mejorado. Además, contribuirá a que las comunas dejen de verse como un obstáculo al tratamiento de las aguas residuales y que al contrario, pasen a ser parte de la solución a este problema. Tomará voluntad política y organización, pero la actual Dirección Ejecutiva de la AMSA comprende esta problemática y está dispuesta a poner en práctica soluciones como las mencionadas, lo cual también es el caso en algunas de las municipalidades. Para poner en práctica estas soluciones será necesario considerar Amatitlán y su cuenca como un ecosistema que debe cuidarse a largo plazo y no sólo aprovecharse de él para diversión o, peor todavía, como un desagüe. Es para mí un privilegio ser partícipe de los beneficios del lago, así como de su eventual rescate.

 

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