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Pobres porque quieren.




«El 49.8% de los niños en Guatemala sufre de desnutrición crónica, lo que equivale a 1 de cada 2 niños. Los porcentajes más altos de desnutrición crónica se encuentran en niños y niñas de origen indígena y en aquellos que habitan en áreas rurales. Guatemala es actualmente el sexto país del mundo con peores índices de malnutrición infantil». UNICEF.


La población de Guatemala asciende a 18.26 millones de habitantes. Según el Instituto de Nutrición de Centro América y Panamá (INCAP)[1], las necesidades alimenticias de esta población, expresadas en miles de toneladas métricas, abarcan una amplia variedad de productos. Se requieren aproximadamente 1,753 mil toneladas de leche, 164 mil de huevos, 146 mil de carne, otras 146 mil de pollo, 402 mil de frijoles y 183 mil de arroz. A esto se suman 1,479 mil toneladas de maíz, 584 mil de harina, 201 mil de avena, 320 mil de azúcar, 18 mil de aceite y 566 mil de verduras. En cuanto a otros alimentos esenciales, se necesitan 91 mil toneladas de papas, 329 mil de frutas, 91 mil de tomate, 402 mil de jugos, 73 mil de café y 73 mil de sal. El INCAP también señala que la causa principal de la desnutrición en el país es la pobreza.


Según los rendimientos reportados en la Encuesta Nacional Agropecuaria de 2006 y datos de la FAO, para producir estos alimentos se requeriría de unas 2,404,206 hectáreas. Guatemala tiene 6.1 millones de hectáreas en cultivos anuales y semipermanentes, descanso, rastrojos y pastos. Para alimentar a su población de acuerdo con la canasta básica haría falta utilizar el 39.4 % de esta tierra, quedando un 60.6 % para las demás actividades agropecuarias.


La Encuesta Nacional Agropecuaria 2019 – 2020 reportó que se cultivaban 1,000,029 hectáreas con maíz, frijol y arroz; hortalizas ocupó otras 56,000 hectáreas, frutas 306,402, la producción de carne 69,589 y la de leche 341,167. El cultivo de azúcar para consumo local ocupó unas 3,774 ha y otros cultivos y productos como carne de cerdo, aceite, huevos, carne de aves, café y avena elevarían el total a unas 2,000,000 hectáreas, en alimentos para consumo interno


Así, haría falta otras 400,000 hectáreas dedicadas a la producción de alimentos de consumo interno para producir la canasta básica de todos los guatemaltecos. Según un estudio de CEPAL[2], en el año 2000 había en Guatemala una oferta de tierras en venta de 156,105 hectáreas. El precio promedio era Q16,421.00/ha, por lo que comprar las 400,000 requeriría una inversión de Q6,568.4 millones.


Es probable que las 243,895 hectáreas adicionales estén disponibles. «El líder de la CONGECOOP … cuenta con un informe del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), que incluye un mapeo mediante el cual se confirmó que existen 18 mil kilómetros cuadrados (1,800,000 hectáreas) de tierras ociosas, diseminadas en varios puntos del país …Citó como ejemplo la Franja Transversal del Norte, Petén, parte de la costa sur y el occidente del país»[3]. La oferta identificada, de 156,105 hectáreas del informe de CEPAL, puede tomarse como un límite inferior y como límite superior las 180,000,000 hectáreas mencionadas por CONGECOOP. Por tanto, las 400,000 hectáreas requeridas para suministrar la canasta mínima a toda la población estarían en un rango factible.


Es indispensable que estas 400,000 hectáreas provengan de tierras agrícolas que no están siendo utilizadas. De acuerdo con la Teoría Monetaria Moderna, el Gobierno puede imprimir dinero, en este caso emitir deuda interna en forma de bonos, para financiar su compra sin generar inflación, bajo el supuesto de que la tierra será utilizada de manera productiva. Emitir bonos implicaría la aprobación de la Junta Monetaria, el Banco de Guatemala y el Congreso de la República.


El ejecutivo prepararía un proyecto de compraventa de tierras y conseguiría la anuencia de estas tres instancias. El proyecto consiste en comprar tierra agrícola que no esté siendo utilizada y revenderla a agricultores sin tierra a través de FONTIERRA. Al presente, FONTIERRA solo financia asociaciones de agricultores y la compra mínima es de 44.8 hectáreas, lo cual deberá modificarse para permitir la compra, en pequeñas extensiones y en cualquier parte del país, por parte de agricultores comprobados, para el cultivo de alimentos de la canasta básica.


Por otro lado, la experiencia de los agricultores beneficiarios puede comprobarse a través de su participación en el programa de fertilizantes del MAGA, el cual. « … está implementando un programa de beneficio para productores agrícolas que conlleva la distribución de fertilizantes a unas 400 mil personas»[4]. Un agricultor que ha participado en este programa durante varios años consecutivos puede considerarse «comprobado»; revender tierra a campesinos sin experiencia agrícola es una fórmula para el fracaso.


En resumen, el Ejecutivo debe tomar la iniciativa para realizar una emisión de bonos por unos Q6.5 – Q7.0 miles de millones, colocarlos en la banca interna y utilizar esos fondos para comprar, a precios de mercado, 400,000 hectáreas de tierra agrícola que no esté siendo utilizada y revenderla a través de FONTIERRA a pequeños agricultores que no tengan tierra propia y cuya experiencia sea comprobada por medio de su producción sostenida ya sea en tierras comunitarias, prestadas o alquiladas. El destino de la tierra deberá ser alimentos de la canasta básica. FONTIERRA puede dar plazos de hasta 10 años, por lo que el agricultor deberá comercializar parte de su producción.


A precios promedio, el valor de dos hectáreas es Q32,842. La tasa de interés que cobra FONTIERRAS es simbólica y puede situarse en un 5 %. El pago anual en cuota nivelada sería de Q4,253.19.


Con estas 400,000 hectáreas produciendo alimentos se cubriría la demanda de la canasta básica. Guatemala dejaría de tener uno de los peores índices de malnutrición del mundo, pero se requiere voluntad política. Si esta no se exige y se ejercita, se mantendrá a muchos guatemaltecos en la peor de las pobrezas y se podrá seguir diciendo, de la colectividad del país, que son «pobres porque quieren».

 
 
 

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