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Rutas hacia un estado plurinacional - Parte I: bases

            El territorio de Guatemala alberga a 25 pueblos, 22 de ascendencia maya, más el xinka, el garinagu y el criollo ladino. Los pueblos de ascendencia maya comparten el legado de esa cultura y lo expresan cada uno a su manera y con sus particularidades, aunque todos retienen aspectos comunes importantes. Los pueblos mayas y xinka fueron conquistados por un puñado de españoles y sujetos a una colonización que los convirtió en siervos, primero de hecho y después a través de la discriminación, la exclusión y el racismo.

            La afirmación de los derechos humanos a raíz de la Segunda Guerra Mundial ha alentado a estos pueblos a afirmar su identidad y sus derechos a expresarla. Esto ha fortalecido la noción de identidad entre los pueblos mismos; los k’iche’, los kaqchikels, los q’eqchi’, los mam, los q’anjob’al se están haciendo cada vez más conscientes de su pertenencia al grupo cultural que los caracteriza y se sienten cada vez más identificados como pueblos. Esto conduce a una mayor necesidad de expresar su cultura, la cual ha sido reprimida, ninguneada, discriminada y hasta agredida por el estado criollo ladino centralista, en la medida que ha heredado el modus operandi colonial.

            La mayor expresión cultural de los pueblos tiene implicaciones sobre la forma de operar del estado. Las culturas de ascendencia maya, por ejemplo, tienen una relación de mayor cercanía y respeto con la tierra, los ríos, las montañas y en general con la naturaleza. Esto hace que a veces se opongan a proyectos que los modifican o destruyen. El idioma, el sistema de justicia, la democracia y las formas de accionar también difieren de los que ejerce el estado criollo ladino y la cultura que lo caracteriza.

            Para que los pueblos puedan expresar sus culturas sin limitaciones, tendrán que adquirir derechos sobre  los territorios que consideren sagrados y económicos, o sea los que necesitan para vivir y desarrollarse; asimismo, el derecho a administrar justicia siguiendo sus prácticas tradicionales; el derecho a utilizar sus respectivos idiomas en todos los ámbitos del quehacer cotidiano y oficial; el derecho a evaluar, adaptar o rechazar las actividades del gobierno central en sus territorios.

Cuando un pueblo adquiere estos derechos se convierte en nación. Un estado que acoge, fomenta y apoya a las naciones autónomas que lo integran es un estado plurinacional.

            En Guatemala, entre 1529 y 1568, el pueblo q’eqchi’ con el apoyo de fray Bartolomé de las Casas y sus dominicos, logró instaurar una región autónoma en la Verapaz, llamada también Tezulutlán, la cual se comportó como una nación q’eqchi’. Durante ese período la Real Audiencia de Guatemala fue, sin darse cuenta, un estado plurinacional. Desde entonces no ha habido otra nación autónoma en el territorio.

            Además de la justicia elemental de permitir a cualquier pueblo expresar su cultura con libertad, hay otras razones para apoyar y fomentar la creación de naciones autónomas indígenas en el territorio de Guatemala. El pensamiento maya y el occidental judeocristiano difieren porque vienen de raíces diferentes. El judeocristianismo tiene sus orígenes en la historia de Abraham que narra el Viejo Testamento, una historia imbuida de las carencias de vivir en los desiertos que caracterizan las zonas bíblicas. Estas carencias trajeron consigo cierta preocupación, a veces obsesiva, por las cosas materiales, así pleitos entre hermanos para obtenerlas, favoritismos y la necesidad de conquistar la naturaleza. El pensamiento maya se originó en el sur de México y noroccidente de Guatemala, en aquellos tiempos una de las zonas más ricas del planeta, con abundante agua, fauna, flora y suelos fértiles. Esto hizo que viniera imbuido de nociones de agradecimiento y respeto a la naturaleza, lo cual se hace extensivo a las demás personas, a la familia y a la comunidad.

            Estos diferentes orígenes y la forma en que las culturas evolucionaron no significan que una sea mejor que otra. Todas representan esfuerzos de la Humanidad, propuestas para que sirven de base para la creación de instrumentos y mitos para desenvolverse en el mundo y en la sociedad, pruebas y errores de supervivencia física y social. La cultura occidental, con su propensión hacia lo material y la conquista de la naturaleza, ha producido una tecnología asombrosa, de la cual todos nos beneficiamos, así sea con costos de equidad social y destrucción ambiental incalculables y críticos.

            Esta crisis que se acentúa cada vez más en la cultura occidental hace recomendable mantener vigentes todas las alternativas culturales que sea posible. El pensamiento maya representa a una de ellas. Resulta afortunado que aún siga vigente y viviente en algunos sectores de los pueblos mayas de Guatemala y nos compete esforzarnos porque no desaparezca sino al contrario, se conserve y siga desarrollando como un reservorio cultural de la Humanidad.

            Hay varias rutas para que un país como Guatemala instaure un estado plurinacional, que albergue, fomente y promueva la creación de naciones autónomas indígenas. Algunas pueden parecer alternativas, otras complementarias y todas pueden ser adoptadas en forma paralela, para ver cuáles dan los mejores resultados en el menor tiempo. Se identificaron a través de las experiencias de otros países, complementadas con un estudio de la legislación guatemalteca aplicable.

(Continuará).

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