Buen vivir y espiritualidades mayas
- eduardovillagran6
- 16 ago
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El sábado 9 de agosto tres guías espirituales representativos de los pueblos q’eqchi’, achi y poqomchi’ compartieron lo que significa el buen vivir. El objetivo del encuentro era obtener nociones del concepto específicas a Guatemala, pues por lo general se asocia con pueblos como los aimaras, los quechuas y los mapuches; se ha convertido en un slogan, a veces sin entender su significado.
Sería necesario hacer muchos encuentros para reflejar el pensamiento de los 22 pueblos indígenas que habitan este territorio.
Alberto Acetun, guía espiritual achi, dijo de entrada que sus palabras provenían de una cultura colonizada y revuelta, que ya no puede considerarse maya pues no reflejan una forma de vida pura. La misma espiritualidad ya no es consecuente con el buen vivir, pues se queda en lo superficial, más en la teoría que en la práctica.
Siguió diciendo que la conexión con los espíritus se inicia desde la concepción del ser humano. Algunas parejas, o a veces los abuelos, se ponen en contacto con las comadronas para conocer los nawales de concepción y nacimiento del futuro hijo y planifican sobre estas bases la engendración misma. Durante la gestación, se pide a dioses como Xpiacoc e Xmukane que ayuden a formar al niño en todas sus partes. Cuando nace, se le presenta al cerro para afirmar su conexión con la naturaleza y así ésta le permita gozar de sus dones.
Habló del maíz como un elemento de la naturaleza que sirve para vivir, no para comercializar. Dijo que las plantas también tienen un espíritu y que al conectarse con él se puede recibir sus energías, lo cual se traducirá en bienestar. En cada uno de los puntos cardinales habría grupos de espíritus con los que también es importante conectarse para disfrutar de los dones naturales que representan.
El buen vivir se deriva de conocer y seguir estas prácticas.
Jorge Adán Poou, guía espiritual q’eqchi’, dijo que nacemos luchando, vivimos luchando y morimos luchando, una perspectiva con ecos budistas. El buen vivir es una ciencia en la que es necesario centrarse. Lo que uno comparte con los demás es parte del buen vivir, o sea que no es una experiencia personal sino colectiva, que incluye a la familia y a la comunidad. «Cada persona tiene un compromiso con su familia y su colectividad. Parte del buen vivir es el compromiso con la comunidad».
Dijo que ya suficiente daño se ha hecho a la Tierra y es necesario rescatarla. Parte del buen vivir consiste en no tirar más basura, no usar más plásticos, ni más desechables. Este cuidado es parte de la espiritualidad que caracteriza al buen vivir; al agradecer al creador, al Ajaw, todos los días se puede ver lo sagrado en todas las cosas.
«El tiempo no alcanza para reaprender todo lo que se ha perdido y poder defendernos del imperialismo que nos sigue pisoteando. Vivimos entre energías positivas y negativas. A nosotros nos toca afirmar las positivas. Nuestra palabra tiene poder y nosotros decidimos qué afirmar. Si afirmamos lo positivo, es más probable que se logre; si nuestras afirmaciones son medias tintas, es probable que no se dé». Estas afirmaciones deben basarse en la sabiduría y no pueden ser arbitrarias.
El buen vivir es algo colectivo, un agradecimiento y un reconocimiento a la naturaleza y al creador, el cual podemos elegir con firme determinación para hacerlo realidad.
Luis Cuc Güe, guía espiritual poqomchi’, dijo que el buen vivir es una sabiduría que se trae desde la concepción; cuando nuestros padres nos engendran nos llega el don de luchar por construir. Esta idea trae a la mente la memoria colectiva y el inconsciente colectivo, nociones que pueden ser discutibles. Sin embargo, el hecho de estar convencido de que existe y buscarla dentro de uno mismo conduciría a partir de las creencias propias y no de lo que se ha aprendido por adoctrinamiento o propaganda.
Esta sabiduría incluye nuestra dualidad existencial con la tierra, el conocimiento que encierran los nawales y el que existe en todos los elementos como el aire, los animales y el universo mismo. Es un don que otorga una misión de vida.
«Los ricos y su desarrollo son destrucción y muerte; la ideología del sistema, lo que nos imponen, es lo contrario [al buen vivir]. Ya no respetamos nuestra vida, nuestro cuerpo, sino que pensamos en un carro, en una casa. El buen vivir es el cuidado de lo que sembramos, de lo que comemos, la protección de los animales. El pensamiento occidental nos hace pensar más en lo material que en lo espiritual. Vivimos una vida que no es la nuestra. Nosotros somos cuidadores, guardianes de la madre naturaleza, algo que debemos comprender como parte del buen vivir».
« No pedimos riquezas ni carros, pedimos sabiduría. Debemos rescatar las conexiones con la naturaleza, con el bosque y con todos son seres. Como pueblo, vamos perdiendo la sabiduría que desarrollaron nuestros abuelos, pues nuestros antepasados pedían permiso antes de cazar un animal».

«El buen vivir también es política. Recordamos a nuestros mártires, a quienes dieron sus vidas por nosotros. No es tarde. Empecemos a practicar ese buen vivir. No es suficiente con pensarlo, sino hay que llevarlo a la práctica. Organicémonos».
Lo expresado por estos guías pone de manifiesto una dimensión filosófica y no una práctica en el día, día. Se intuye que al seguir esta filosofía uno viviría la cotidianeidad de una manera consecuente. En la práctica, esto dependerá de la coherencia de cada quien.
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