Hay quienes encuentran su misión desde temprana edad y a otros les toma toda una vida. La mayoría caemos en un punto intermedio: ni tenemos la precocidad de Mozart ni nos la pasamos por siempre papaloteando. Yo vi que escribir era lo mío a los 26 años y me intrigan los que pudieron ver su camino mucho antes, cuando eran más jóvenes aún.
Mi amigo Manuel Cáceres siempre supo que quería ser médico. Como mi papá era doctor, yo al principio yo quería seguir sus pasos. Me desanimó la posibilidad de tener que cobrar por curar y también la posibilidad inversa, curar a quien se me pusiera enfrente sin cobrar ni un centavo. Admiro a quienes logran hallar este equilibrio.
Alguien que encontró su llamado a los 15 años fue Édgar Herbruger. A propósito del texto Animales de Francia, el apreciado amigo me escribió la siguiente nota:
«En 1965-6 inicié un trabajo voluntario para instaurar el primer santuario ecológico privado de América Latina. Por fin, en 1996, después de pelear más de 15 años, se volvió legal la protección de la cordillera del Cerro Alux, de 53.4 km². Lo hice por amor a la naturaleza.
«Fue el Espíritu el que me dio a entender que la cordillera de ese cerro era vital para la dotación de oxígeno, agua y un ambiente saludable para la capital. Era algo que a mi edad (15 años) aún no estaba definido como lo significativo que es, pero gracias a Dios seguí con esa inquietud, por encima de la indiferencia, la crítica destructiva y los intereses mezquinos de los que se oponían.
«Tomó décadas de lucha. Las represalias de los dueños de los terrenos involucrados, los politiqueros corruptos; es decir, en aquel momento los alcaldes de todos los municipios involucrados. No imaginé jamás el odio y el desprecio con el que me criticaban y a veces agredían verbalmente.
«La lucha llegó al desgobierno de turno, el cual con indiferencia enfocaba el asunto, sin entender ni investigar los motivos que me impulsaban hacerlo.
«Ayudó que personas de mi familia les dieron apoyo financiero a las campañas de Álvaro Arzú. También, que participé en la Comisión Nacional del Medio Ambiente entre 1991 y 1993. Por fin, logré que en 1996 lo declararan Santuario. Sin la supervisión y reforestación que este estatus le ha dado, la cordillera del cerro Alux sería ahora un desierto».
Entre otras cosas, Édgar ha seguido su vocación de activista ambiental. También ha sido representante de Guatemala ante conferencias y protocolos ambientales internacionales y miembro de comisiones científicas y ambientales. Su precocidad y persistencia no dejan de sorprender, pero se explican por haber sido mandado por ese Espíritu que menciona, esa voz proveniente de algún otro lugar, cuya sabiduría trasciende nuestras circunstancias, impulsos y caprichos, incluyendo la edad.
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