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Haïti chérie

Recién graduado, el primer trabajo que conseguí fue ir a hacer tres estudios del sector industrial haitiano. Trataban sobre agroindustrias sencillas: aceites y grasas, productos lácteos, conservación de frutas y hortalizas. Yo había estudiado economía de recursos naturales, pero fue lo primero que encontré y les entré con todo el gusto de un principiante.

Había tomado nada más un curso de francés en la universidad, pero me lancé a hablar con los funcionarios y empresarios haitianos con la confianza y el descaro de la juventud. El director del instituto que nos había contratado me tuvo paciencia y me orientó; los industriales haitianos me atendieron con amabilidad y me introdujeron al espeso café haitiano. Fui una segunda vez para completar los trabajos, que no sé si sirvieron de algo, pero el instituto se dio por satisfecho y nos pagó.


Haití me impresionó por su creatividad artística a flor de piel. En muchas esquinas encontré vendedores de cuadros originales y esculturas en madera. La música, el merengue haitiano, sonaba en las calles, en el hotel, en los restaurantes y por supuesto en la discoteca Cabane Chocún. La gente actuaba con desenfado y soltura y me hice de varias amistades, tanto locales como extranjeras. Recuerdo en especial a Yuyú, quien tenía una casa a la orilla del Caribe turquesa, con un muelle donde mantenía anclado su velero. Se me antojó la forma ideal de vivir.


Por esas y varias otras razones, he seguido vinculado con Haití. Tomé un curso de conversación en la Alianza Francesa y mi profesora, Claudette Cabrera, era haitiana. Pascale es haitiana y me mantiene al tanto de las cosas que pasan, ahora casi todas tristes. Haití surge de manera prominente en la independencia de la América del Sur, sobre todo por el apoyo que el presidente Pétion le dio a Bolívar cuando éste andaba por las calles de la amargura.


También he mantenido algún contacto con mi profesora de francés. Uno de sus hijos es cantautor y el sábado dio un concierto en Trovajazz. Me senté a la par de su hermano Claudio y platicamos de la situación haitiana: la capital se encuentra tomada por las maras, que roban, secuestran y matan con total impunidad. Yo había estado pensando en escribir un artículo sobre Haití, pero Claudio se me adelantó: me dijo que acababa de escribir uno, el cual es un gusto compartir.


«Haití líder…Haití mártir. Con especial dedicatoria los seguidores de D. Trump. Por Claudio Cabrera Gaillard


«La lamentable y violenta muerte del presidente de Haití, Juvenal Moïse, abre de nuevo la llaga de un país desangrado por sus gobernantes, sus huestes y los desastres naturales (terremoto y huracanes). Dicha crisis se potencializa con una total ausencia del Estado, en donde hordas de delincuenciales ̶ fuertemente armadas ̶ gobiernan el país.


«Este evento reciente solo consolida el camino sin salida de un país sin Estado. Sin embargo, escuchar de Haití en Centroamérica es referirse a la nación con los peores indicadores económicos y políticos de América Latina


«A la llegada de los europeos, la isla Hispaniola se encontraba ocupada por pueblos originarios; taíno, caribe y arawak y dividida en los llamados Cacicazgos de Quisqueya. Posterior a la llegada “La isla prontamente se transformó en la principal colonia francesa, y posiblemente la más rica colonia del mundo, gracias a la proliferación de plantaciones de azúcar, café y otros productos como añil y algodón. El sistema de plantaciones estuvo basado en el uso de gran cantidad de esclavos, que viviendo y trabajando en penosas condiciones morían rápidamente lo que obligaba a masivas importaciones de nuevos esclavos”[1]. Dicha situación tuvo su fin con la revolución de los esclavos.


«La Gran Revolución de Haití, denominada también la Revolución de los Negros Jacobinos o la Revolución de los Esclavos, tiene inconmensurables aportes en tres dimensiones; para la isla, para América Latina y para el resto del planeta. En la dimensión local, Haití se apunta como primer país en la historia del planeta en abolir la esclavitud y segundo en América en obtener su independencia (1804). Otro importante ejemplo se refiere a la propuesta de Toussaint Louverture (en 1799) sobre la educación púbica obligatoria, 75 años antes que Suiza y 93 años antes que Francia (S. Hazareesingh, 2020[2]).


«En la dimensión regional, es sabido que presidente Alexandre Pétion (en 3ª etapa de la Revolución) apoyó a Simón Bolívar en el inicio de la independencia de la Gran Colombia (Colombia, Ecuador y Venezuela) con milicianos, armas y dinero, a cambio ̶ únicamente ̶ de que El Libertador acompañara la independencia de los países con la abolición de la esclavitud. Y no está de más mencionar que Haití fue refugio de Bolívar en sus dos primeros intentos fracasados de ingresar al continente para emprender sus batallas de independencia.


«Por último, Haití se apunta un hito planetario que se sintetiza en la reflexión de E. Grüner “no se ha justipreciado debidamente el impacto de la revolución haitiana en el continente americano pero tampoco en el europeo, ya que fue la revolución haitiana la que obligó a Robespierre a abolir la esclavitud en 1794…. Es decir: fue la Revolución Haitiana la que obligó a la Revolución Francesa a ser consecuente con sus propios principios de libertad universal (Rolando Bell 2010[3]). En estos momentos difíciles para Haití, sirva este artículo para valorar sus importantes aportes y esperanzar el surgimiento de nuevos Toussaint Louverture, Jean Jacques Dessalines, Alexandre Pétion y Henry Cristophe».


[1] Los jacobinos negros: el proceso de independencia haitiana (1789-1820) de Rolando Bell (2014).

[2] The Black Spartacus: The epic life of Toussaint Louverture.

Me alegra que Claudio se me haya adelantado. Dijo mejor que yo lo que me habría gustado escribir. Sólo quisiera agregar el escándalo de la deuda francesa:


«En medio de tantos pesares [haitianos], hay uno que resalta por incongruente a ojos contemporáneos: por declarar su independencia Haití tuvo que pagarle una cuantiosa indemnización al poder colonial del que se liberó. ... En 1791, un hombre de origen jamaicano llamado Boukman se convirtió en el líder de los esclavos africanos en una gran plantación en Cap-Français. Siguiendo el modelo de la revolución en Francia, el 22 de agosto de ese año, los esclavos destruyeron las plantaciones y ejecutaron a todos los blancos que vivían en la región....Fue la primera acción de un levantamiento que se convirtió en guerra civil y luego en batalla frontal contra las fuerzas de Napoleón Bonaparte, y que tardó 12 años en alcanzar su objetivo: expulsar a los franceses. …


«El 1 de enero de 1804, Haití declaró su independencia y Jean-Jacques Dessalines se convirtió en su primer gobernante… Dessalines dio la orden de que todos los hombres blancos fueran condenados a muerte. … Y así fue: desde principios de febrero hasta mediados de abril de ese año tuvo lugar la masacre de Haití, que se cobró la vida de entre 3.000 y 5.000 hombres y mujeres blancos de todas las edades. … Dessalines hizo una declaración oficial: "Hemos dado a estos verdaderos caníbales guerra por guerra, crimen por crimen, indignación por indignación. Sí, he salvado a mi país, he vengado a América". La brutal venganza contra los blancos tomada después de que Francia se rindiera le ocasionó a Haití el desprecio de muchas naciones y ninguna lo reconoció diplomáticamente.


Como condición para reconocer a su antigua colonia, Francia le exigió firmar una ordenanza:


«La ordenanza le prometía a Haití reconocimiento diplomático francés a cambio de un arancel del 50% de reducción a las importaciones francesas y una indemnización de 150.000.000 francos (unos US$21.000 millones de hoy), pagadera en cinco cuotas. ¿Por qué una indemnización? Porque el nuevo país tenía que compensar a los plantadores franceses por las propiedades que habían perdido, no sólo tierra sino también esclavos. Y si el gobierno haitiano no firmaba el acuerdo, el país no sólo seguiría aislado diplomáticamente sino que sería bloqueado por una flotilla de buques de guerra franceses que ya estaba en la costa haitiana. Tuvo que pedir enormes préstamos a bancos estadounidenses, franceses y alemanes con tasas de interés exorbitantes que le obligaban a destinar la mayor parte del presupuesto nacional en reembolsos. Finalmente, en 1947 Haití terminó de compensar a los dueños de las plantaciones de aquella colonia francesa que fue la perla de las Antillas». Le tomó 122 años pagar su deuda de Independencia. (Redacción, BBC News Mundo, 30 diciembre 2018).


Esta deuda empobreció a Haití e incidió de manera negativa en su progreso y desarrollo. Ahora que está en la miseria y el caos y que sus principales ciudades están gobernadas por las maras es el momento de pagar la deuda que todos nosotros tenemos con ese hermoso país: Latinoamérica, porque el apoyo haitiano fue fundamental para la liberación de la Gran Colombia, encabezada por Bolívar, la cual tuvo repercusiones en el resto del Continente; Francia porque en un momento de ceguera obligó a un pequeño país a pagar por haberlo colonizado y esclavizado. Estados Unidos, por su larga y dañina política intervencionista y extractivista hacia Haití.


El primer paso es cabildear ante las Naciones Unidas para que mande a un equipo de expertos en inteligencia e identifique a los líderes y cabecillas de las pandillas que se han apoderado de las principales ciudades. Luego toca neutralizarlos y enviar a los Cascos Azules para que garanticen la seguridad de los ciudadanos y así puedan volver a sus ocupaciones comerciales, agrícolas, industriales y artísticas. En un ambiente de seguridad, el país volverá a retomar su curso por sí solo.


Por varias razones, Colombia es el país indicado para liderar esta iniciativa. Bolívar heredó de ella y dejó allí su más grande legado republicano; el tamaño y pujanza de Colombia así lo atestiguan. Además, tiene ahora un presidente comprometido con la libertad y la equidad, como en su momento lo estuvieron Alexandre Pétion y Simón Bolívar. Tal vez Pablo Barrera, asesor del presidente Petro, le pueda hacer llegar esta propuesta, la cual acrecentará su propio liderazgo en nuestra América. Los demás países debemos acuerpar esta iniciativa por la deuda moral que tenemos con el que fue la punta de lanza independentista de nuestro Continente.


No he vuelto a Haití desde aquellos primeros viajes, pero tampoco he dejado de quererlo. No soy el único; hay algo de su alma que se mete en la de uno. El hermano que nos tendió la mano está ahora caído y nos toca aunar las nuestras para ayudarlo a ponerse de nuevo de pie.


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