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La política en la literatura

A propósito del breve texto sobre Putin como mochilero, me escribió mi amigo Franco Sandoval: « me gusta ese acercamiento a la vida en cierta época y el no estar contaminado de veneno ideológico, como ahora casi todo». Este comentario es como un trapo rojo delante de un toro: hay opiniones encontradas y hay posibilidades de encontrar puntos de acuerdo a otro nivel de generalidad. En el canto X de sus Versos sencillos, escribe el enorme José Martí: «Han hecho bien en quitar el banderón de la acera; porque si está la bandera, no sé, yo no puedo entrar» Se refiere a la bandera de España. Fue luchando contra los españoles para independizar Cuba que el poeta perdió la vida. Sigue escribiendo: «Ya llega la bailarina: soberbia y pálida llega: ¿cómo dicen que es gallega? pues dicen mal: es divina». Despolitizaron el evento y el poeta pudo entrar a admirar a la divina gallega. Otra vez, platicando y tomando tragos con el también enorme Efraín Recinos, paramos hablando de literatura. Dijo el maestro: «Pero ya estamos hablando de arte, que no es ni la diez milésima parte de lo que es ser humano». Siguiendo a Martí, podemos admirar el arte, venga de donde venga. Cualquiera que sea nuestra posición política, alzamos copas ante Nureyev, Borges, Nabokov y la bailarina gallega. Esto es porque aunque el arte no es ni la diez milésima parte de lo que es ser humano, pero refleja Humanidad. Humanidad es lo que caracteriza a una banda de primates que desarrolló lenguaje simbólico. Esta capacidad simbólica permite conceptualizar lo bueno y lo malo, que puede traducirse como lo cooperativo y lo egoísta a ultranza. El lenguaje es cooperativo y de allí, para los laicos, viene nuestra noción del Bien. Por eso los literatos, con notables excepciones, se tiran más a lo cooperativo, en contraposición a lo egoísta a ultranza. Esto los hace de tendencias izquierdistas. La literatura refleja lo humano, por lo que un excelente autor puede reflejar su humanidad en un sentido estrecho, no cooperativo y hasta egoísta y aún así ser grande. Al arte, como al humor, no se le puede poner una camisa de fuerza. Hay otro aspecto. La Humanidad tiene entre 200,000 y un millón de años de existir y la política cambia con los tiempos. Es de corto plazo, aunque hablemos de un par de siglos. Lo que se refiere a la Humanidad es mucho más grande que cualquier postura política, aunque admitimos que el pulso entre lo cooperativo y lo egoísta a ultranza, entre el Bien y el Mal, seguirá caracterizando nuestro presente y nuestro futuro. Este pulso se refleja en la política sólo en forma parcial e imperfecta. Es por eso que en estos mensajes nos vamos a seguir absteniendo de posturas políticas, aunque en otros espacios las ejerzamos. A veces toca comprometerse, a sabiendas que los resultados serán parciales e imperfectos.

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