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La propiedad del lenguaje

Mi buen amigo Juan Antonio Canel me mandó las últimas entradas de su magna obra Trompabulario chapín, que comparto abajo. Cupo la casualidad que ahora estoy en la enésima revisión de la novela El otro lado del silencio, cuyo tema es el lenguaje. El protagonista tuvo la experiencia espontánea de verbalizar su flujo de conciencia durante largo rato, caminando con una chica, de noche por la playa. Perdió a la chica y con ella el lenguaje de su monólogo interior y se refugió en un lenguaje popular, asumiéndolo y justificándolo como propio. Luego, hacia el final de la novela, tiene una experiencia que le hace vislumbrar de nuevo ese lenguaje unipersonal.

El lenguaje se despliega en un continuo, que va desde lo más íntimo hasta lo más social. Los poetas líricos dan ejemplos de lo primero y los dramaturgos de lo segundo; no digamos los que escribían teatro para la Huelga de Dolores. Todo lenguaje nos pertenece, pero refleja diferentes capas de nuestro ser; al lenguaje más íntimo lo reconocemos como más nuestro.

En el continuo del lenguaje se dan escapadas. Cuando algunas personas viven cierto tiempo en México retornan hablando como mexicanos; o como gringos, o como españoles. Pasado un tiempo quizá vuelven a lo que les resuena familiar.

Otros aprenden el lenguaje formal de la academia o el de la literatura castellana. A veces, se refugian en este lenguaje, sobre todo cuando es en forma escrita porque creen que la literatura debe cumplir con ciertos estándares. En cierto momento, con un grupo de compañeros, detectamos estas afectaciones y percibimos la importancia de escribir tal y como hablamos. Fundamos el grupo literario La rial academia, entre otras cosas como una afirmación del lenguaje popular en la literatura y por extensión como una afirmación de todo lo nuestro.

El lenguaje refleja lo que se quiere expresar y además puede modularse de acuerdo con la audiencia. Los referentes de cada persona y de cada capa social son diferentes y la comunicación mejora cuando los símbolos correspondientes, las palabras, se desarrollan en un territorio común. Al hablar con mi mecánico de Villa Canales lo hago de manera que me entienda, usando palabras y referentes que le son familiares.

Juan Antonio Canel, quien fue integrante clave de La rial academia, siguió cultivando el lenguaje popular que exploramos en aquella época. Lo convirtió en su objeto de estudio y el resultado es su monumental Trompabulario chapín. Este glosario cubre un amplio espectro del vocabulario de las capas medias y medias bajas urbanas de nuestro territorio, vocabulario que se filtra a veces de manera inconsciente hacia todas las demás capas, excepto quizá las rurales más profundas; con las comunicaciones actuales hasta eso está cambiando.

Van entonces las últimas entradas del Trompabulario chapín, con palabras que muchos identificaremos como nuestras.

https://jcanel.com/trompabulario/trago-artillero/

https://jcanel.com/trompabulario/introduccion/

https://jcanel.com/trompabulario/chuchito/

https://jcanel.com/trompabulario/braca/

https://jcanel.com/trompabulario/cranear/

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