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La tierra del olvido

Casi nadie se acuerda de su tatarabuela. Quizás algunos vimos fotos de nuestro bisabuelo colgadas en los corredores de la casa; el mío tenía una barba que se integraba con su bigote en un óvalo conocido como «boca de chucho». La gran mayoría recordamos sólo a nuestros abuelos. El recuerdo familiar dura tres generaciones. A las personas famosas las recordamos por sus obras, no por quienes en realidad eran. Gengis Khan y sus conquistas, Shakespeare y sus obras, Sócrates y su filosofía, Marie Curie y sus descubrimientos, pero poco sabemos de cómo eran en sus luchas cotidianas, cuáles eran sus gustos, tics y manías, qué les gustaba comer en el desayuno y cómo trataban a sus perros. Las obras permanecen y sus autores caen en el olvido. No sé quién diseñó el puente La Gloria ni el parque Las Ninfas. Tampoco el Palacio Nacional o el Obelisco. Por amistad, sé que Efraín Recinos diseñó el parque La Industria y Juan Lacape el edificio El Triángulo y las torres financieras del Banco Industrial, pero estoy seguro de que muchos no tienen ni idea La chispa de la vida nace, brilla durante algunos años, se apaga y desaparece. Nos parece algo normal; es la ley, excepto que la vida no es algo ordinario en este Universo. Es algo tan raro que hasta el momento no se ha encontrado evidencia de que exista en otras partes en el grado de complejidad detectable con los instrumentos que hemos desarrollado. Tomando como base la única que conocemos, una forma de vida compleja desarrolla telecomunicaciones. Las ondas de radio, de televisión, de los celulares y del WiFi le cambian la signatura electromagnética al planeta Tierra, haciéndolo distinguible de un planeta inerte desde distancias intergalácticas. De la misma manera, si hubiera vida compleja en el Universo observable, ya habríamos detectado su signatura electromagnética. La rareza de la vida compleja la hace interesante. Además, los seres humanos somos curiosos; es parte integral de nuestra naturaleza. Nos interesan las vidas de los demás, no por curiosidad malsana sino por ver cómo cada quien resolvió el reto que le planteó su propia existencia; entre sus ambiciones y sus limitaciones, sus necesidades y sus carencias, sus aspiraciones y su conformismo. Todas las vidas son interesantes, si nos tomamos el tiempo para conocerlas y nos planteamos las interrogantes que corresponden. Cómo hizo alguien para salir de su pueblo, refundido entre las montañas de San Marcos, y convertirse en un connotado literato; otro para conseguir una beca e irse a estudiar medicina a Alemania; otra para convertirse en campeona de triatlón internacional; otro para vivir una vida honesta en un país corrupto. Dondequiera que uno busque, encuentra vidas que ameritan contarse. Historias sobran, lo que falta es escritores. Por eso me da mucho gusto cuando alguien decide escribir sobre su vida o la de alguien más. En 2019 conocí a Omar Sanzogni en La Media Cancha y me pidió que le ayudara a escribir su biografía. Le dije que lo mío era la novela, pero al oír su historia me pareció digna de ser contada. Hace poco se puso en contacto una amiga que nació en la Martinica y me contó que iba a escribir la historia de su vida; le di ánimos y si puedo le daré una mano. También estoy colaborando con otra amiga a compilar una serie de anécdotas de quien fue su esposo, Juan José Serra, un hombre de una generosidad desmedida y ejemplar, para convertirlas en un libro. La lista de las biografías que me gustaría escribir es interminable; la de mi abuelo el general, la de mi abuelo el cartero; la de mi abuela soprano de iglesia, la de mi tía abuela contadora de historias; la de Juan Lacape, la de Gladys Rouzier, la Roberto Monzón y tantas otras más. Lo mío es la novela y nunca voy a escribir sobre todas las vidas que me gustaría. Por lo anterior, animo a todos los que puedan a poner en blanco y negro sus experiencias, a compartir sus vidas aunque sea en retazos o de manera informal. Afirmar la existencia es una forma de desterrar el olvido y la Vida misma es un canto de afirmación en los espacios vacíos, los mundos inertes y los zumbidos monótonos de este Universo. Responder a todos Responder al autor Reenviar



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