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¡Qué gustasso!

La primera vez que lo vi fue cuando dio una conferencia sobre los existencialistas franceses en el auditorio de la biblioteca del Banco de Guatemala, en los años 70. Después tuve el gusto de estrechar su mano, flaca y firme, en alguna presentación de libro en la Alianza Francesa; en esos tiempos, la Alianza era un refugio intelectual contra los dictadores militares de turno y Tasso nuestro infalible anfitrión. Nos seguimos cruzando en presentaciones de revistas donde aparecieron cuentos míos, como la Ocasional de La rial academia o Cuadernos de la Verbena, de Max Araujo y Víctor Muñoz.


Un cuento mío, El samurai, ganó el premio de los Juegos Florales de Quetzaltenango en el 85. La misma tarde que recibí la noticia se apareció Tasso en la puerta de la cabaña que alquilaba en la zona 10, con un ramo de rosas. Luego nos juntamos en la ciudad de los Altos para la Feria, la ceremonia y la celebración. Le di jalón de vuelta a la ciudad junto con Maco Quiroa, con quien nos vinimos cantando y fanfarroneando.


En cierto momento, Tasso nos interrumpió: «Díganme por qué, cuando se ponen a tomar alcohol a ustedes les da por hablar como mejicanos». Nos reímos

La amistad continuó sin interrupciones durante más de 25 años. A veces me llamaba para que no me perdiera algún concierto o para que fuéramos a la apertura de alguna exposición; a veces, yo lo llamaba para invitarlo a un café o alguna presentación. Teníamos el mismo cumpleaños, 9 de julio, con 28 años de diferencia, así que una vez lo fui a traer a su apartamento, lo traje a Amatitlán para un almuerzo de celebración conjunta y lo llevé de vuelta.

Fue él quien me dijo que no me podía perder el concierto de Julien Lourau cuando vino por primera vez a Guatemala. Fuimos juntos a escucharlo al IGA y eso dio inicio a otra amistad. Mi vida cultural amatitlaneca a decaído al mínimo posible desde que Tasso no está y estoy seguro de que mis viajes a la ciudad serían más frecuentes y ricos, en lo cultural, si Tasso estuviera.


Tocó muchas vidas. Les consiguió becas en Francia a muchos artistas. Estoy seguro de que al leer estas líneas muchos se recordarán de lo que les apoyó en sus quehaceres artísticos.



Murió hace casi 11 años, a los 91. Lo fui a ver a su apartamento del ahora callejón Tasso en sus últimos días y le di un beso en esa luminosa frente. Fue un gustazo haberlo conocido y haber compartido ese significativo trozo de mi vida con él.


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