Este breve texto está basado en una plática que iba a dar en La Fábrica anoche, que fue pospuesta porque muchos llegaron tarde por el tráfico y mientras esperaban los otros se pusieron a tomar cerveza. Decidí posponerla hasta otra ocasión porque hablar de estos temas al calor de los tragos habría sido como echarles un balde de agua fría. La idea inicial era presentar una versión mística y otra científica de la naturaleza del Universo. Al final de cuentas resultó mejor porque el encargado de la parte mística no pudo llegar y eso me permitió aclarar y afinar algunos conceptos.
La epistemología es la rama de la filosofía que se encarga de examinar los fundamentos en los que se apoya la creación de conocimiento. Ha evolucionado junto con la Humanidad, desde los tiempos cuando era transmitida por imitación; luego en forma oral, después escrita y por último sistematizada a través de la educación formal. El conocimiento que ha ido generando primero fue útil para la supervivencia, luego para la espiritualidad, después para la filosofía y en muchos de los casos su objetivo ha sido nada más la curiosidad humana.
Mi interés en la cosmogénesis es filosófico y de mera curiosidad. Para satisfacer este interés me baso en la ciencia por razones personales. Aunque mi familia materna era muy religiosa y nos hicieron pasar por todos los rituales católicos, me desencanté de la religión y con ella de todo lo místico; sin perder la espiritualidad y aun culitvándola.
La ciencia se basa en lo que es observable con los cinco sentidos apoyados en la razón y verificable por cualquiera y en cualquier parte, con el equipo y conocimiento adecuados. Propone teorías, que son hipótesis de cómo funcionan las cosas. Ninguna es definitiva; todas están sujetas a verificación y pueden ser descartadas o mejoradas en cualquier momento.
En cuanto a la cosmogénesis, la ciencia sólo puede hablar de lo observable, que incluye lo que ocurrió a partir del Big Bang y no antes; sobre lo que ocurrió antes sólo se puede especular. En el Big Bang se originaron, en forma conjunta, la energía, la materia, el tiempo y el espacio que conocemos. El Universo observable es el que podemos percibir a través de nuestros sentidos, con todos los instrumentos tecnológicos disponibles.
Edwin Hubble observó, en 1929, que las galaxias se están alejando de nosotros a gran velocidad. Lo pudo inferir porque la luz proveniente de sus estrellas llega hasta nosotros con su espectro desplazado hacia el rojo: una versión del efecto Doppler, que escuchamos cuando la sirena de una ambulancia se está alejando. Con base en la teoría que había propuesto el padre Georges Lemaître dos años atrás, confirmó que en algún momento, hace 10 o 20 mil millones de años, todo el universo estuvo concentrado en un punto de infinitesimal tamaño, de una densidad infinita y que había explotado en el Big Bang.
Alrededor de 1950, George Gamow propuso que el Big Bang había resultado en una explosión de fotones, cuya energía disminuida sería perceptible hasta nuestros días. Esta energía de fondo, de 2.73 grados kelvin, fue descubierta en forma casual en 1964 y ha sido confirmada muchas veces después. Sirve de base para inferir muchas características de nuestro Universo y demuestra que el flash inicial del Big Bang sigue todavía con nosotros.
El futuro del Universo puede ser infinito o finito, no se sabe. Si es infinito, su forma podría ser como la de una silla de montar o plana; si es finito, sería circular, como una esfera. La información disponible favorece que su forma sea plana, conectada en forma simple y sin configuraciones exóticas, aunque la posibilidad de que tenga la forma de un torus no puede descartarse; haría falta contar con información en este sentido, proveniente de más allá del Universo observable.
Un segundo después del Big Bang, el Universo consistía de fotones, electrones y neutrinos, con sus respectivas antipartículas, además de algunos protones y neutrones. Conforme el Universo se expandió, se fue enfriando. Cien segundos después del Big Bang la temperatura habría bajado a unos 1,000 millones de grados kelvin. La energía de las partículas habría también bajado y la fuerza nuclear fuerte habría logrado formar los primeros átomos, de deuterio, hidrógeno, helio, litio y berilio. Pasado un millón de años, la energía de las partículas se habría reducido lo suficiente como para permitir que la fuerza electromagnética se hiciera sentir y produjera otras clases de átomos.
Esa explosión primigenia de energía y materia tenía pequeñas irregularidades y conforme el Universo se expandió la fuerza de la gravedad hizo que éstas se fueran condensando, formando materia y creando rotación en algunas. Así nacieron las primeras galaxias espirales, mientras que las que no rotaron se volvieron galaxias elípticas. La gravedad causada por galaxias y estrellas se fue haciendo tan grande y creó tanto calor que provocó fusiones nucleares, primero de hidrógeno a helio; después se formó el oxígeno y el carbono y por el mismo proceso todos los demás elementos de la tabla periódica. Muchas estrellas colapsaron bajo su propia gravedad y algunas, las supernovas, volvieron a explotar, creando ciclos de creación y destrucción estelar.
El Sol es una estrella de segunda o tercera generación, formada hace unos 5,000 millones de años a partir de una nube de gas giratoria, compuesta de las sobras de explosiones de supernovas anteriores. Pequeñas cantidades de los elementos más pesados se combinaron y formaron planetas y planetoides, entre ellos la Tierra y la Luna. Cuando la Tierra se enfrió, generó una atmósfera a partir de los gases de su interior y también mares donde se formaron macro moléculas vegetales, que se combinaron con otras y se volvieron capaces de multiplicarse, dando origen a la Evolución. En cierto momento las plantas llegaron a producir suficiente oxígeno libre como para modificar la composición de la atmósfera y permitir el desarrollo de peces, reptiles, mamíferos y humanos.
La Tierra y la Luna eran dos planetoides que chocaron dos veces. En cada choque, la Luna dejó sus elementos más pesados en la Tierra y rebotó llevándose elementos cada vez más livianos. Los metales se quedaron concentrados en la Tierra, formando su núcleo fundido y dando origen a las placas tectónicas y sus desplazamientos, que no sólo formaron los continentes, sino produjeron los gases esenciales para la vida. La Luna es un satélite enorme, comparado con el tamaño de la Tierra y tiene más minerales que metales.
Muchos factores han incidido en la evolución humana, principiando por la destrucción de los dinosaurios por un asteroide hace 65 millones de años y otros eventos fortuitos, entre ellos una etapa anfibia. Hace unos 200,000 – 1,000,000 de años, una sequía obligó a nuestros ancestros a bajar de los árboles y vivir en las riberas de lagos y mares. El soporte del agua les permitió pararse en dos patas y escapar de las fieras y además produjo cambios interesantes, entre ellos que llevemos el pelo hacia atrás, al contrario de los demás monos y que hayamos aprendido a controlar la respiración, algo que los demás antropoides no pueden hacer: ellos inhalan y exhalan de un solo golpe, como si estuvieran jadeando o acezando. Poder controlar nuestra respiración nos permitió inventar el lenguaje hablado.
El lenguaje es una colección de símbolos, de conceptos que representan otras cosas. Desarrollarlo nos permitió tener capacidad simbólica, representar unas cosas con otras. De allí surgen nuestros conceptos del Mal, del Amor, del Odio, de la Codicia, etc., así como nuestras satisfacciones y disgustos relacionados con ellos.
Esta capacidad simbólica nos permite una epistemología más sofisticada, que consiste en juntar referentes y a partir de ellos formar conceptos de más alto nivel que los representan y nos parecen verdaderos, como la ciencia, la mitología y la tradición oral. Estos referentes tienen un importante componente casual o incidental y por lo tanto las epistemologías de cada persona son diferentes. Esto produce diferencias de opinión, pero también la posibilidad de comunicarnos. La ciencia, bien entendida y no como parte de una teoría de conspiración, permite comparar lo observable, llegar a las mismas conclusiones y ponernos de acuerdo, mientras que la mística requiere de fe y para estar de acuerdo es necesario compartir las mismas creencias.
Todo esto es hasta donde yo sé, pero como dije, aun sin tomar cerveza
¡qué sé yo!
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